Hoy vivimos en un despertar de la conciencia colectiva, el
cual nos hace ver la verdadera situación en que nos encontramos como seres humanos.
Es así como fácilmente podemos percibir que no es un espectáculo agradable a
donde hemos llegado, sin embargo el estar despiertos es la única posibilidad de
un renacimiento como humanidad.
En una primera etapa la humanidad comienza a despertar y comprender
todos los aspectos que la rodean y la envuelven. En un principio conocemos
colectivamente el panorama del mundo como naturaleza y como han sido
aprovechados y abusados sus recursos de supervivencia. Observamos claramente el
posible o inminente agotamiento y escasez de estos bienes y las posibles
consecuencias negativas que esto conllevaría para todos los seres vivos de
manera global.
También empezamos a vislumbrar el paisaje exterior de nuestro
entorno social. Comenzamos a sentir que no hay una posible solución política a
los conflictos de las comunidades, vemos que la democracia se ha transformado
en un juego de publicidad, dinero y poder, a la vez que tomamos consciencia de
que el sistema económico y el elemento del dinero ha sido objeto de abusos,
corrupción y perversión en todos sus aspectos de aplicación. Tenemos percepción
de que este abuso inunda todas las instituciones y que en un principio estas tenían
un fin de utilidad colectiva, la cual se fue transformando en un individualista
lucro de grupos de poder, así también lo distinguimos en el ámbito social-comunicacional,
en el cual vemos los “Mass Media” convertidos en elementos de control social y
somnolencia autoimpuesta.
Si miramos de forma objetiva estos elementos, podemos
comprender que son componentes cruciales y poseedores de una máxima neutralidad
y que en sus albores fueron piezas sustentadoras del crecimiento como raza
humana. Sin embargo fueron tiempo en que se dirigieron de forma sabía por los
individuos y que hoy han sido conducidas a su lado más oscuro y negativo posible,
llegando a un punto inminente de colapso institucional, social, cultural y
natural.
El despertar de consciencia colectiva nos asoma a ver la
configuración de eventos externos de una cercana crisis de la superficie, sin
embargo, la crisis no termina en nuestro exterior.
El despertar de consciencia en su segunda etapa nos lleva
hacia el terreno interior .Estamos entendiendo que el crecimiento es posible, pero solo a través de una dominación consciente de
nuestra personalidad, un manejo del ego a través de un autoconocimiento de la
persona como individuo y percibimos cómo esta personalidad fue tomando el
control del individuo desde los traumas de la niñez. Empezamos a conocer cuales
fueron los motivos y causas de nuestras neurosis de adultos y cómo éstas
gobiernan nuestra vida y nos han hecho caer como personas (lo que se describe
en las mitologías como la caída a los infiernos). Tenemos cada vez más conocimientos
de cómo se han desarrollado estas neurosis y la sabiduría para empezar a discernir en que momento
actuamos conscientes y cuando actuamos gobernados por estas enfermedades y las
consecuencias de estas en nuestro desarrollo, primero como individuo y luego
como entes sociales y colectivos.
El despertar es el comienzo de un camino, que querámoslo o
no está sucediendo de modo lento pero colectivo e imparable. Las cosas que
comenzamos a observar no son bonitas, comenzamos a avistar una época de crisis globalizada en
todos sus ámbitos: sistemas políticos, sociales y económico en un extremo del
abuso y al borde del colapso y por dentro, el espectáculo tampoco es agraciado,
las neurosis que nos han gobernado y manejado nuestras vidas han llegado a enfermarnos
como humanidad.
Viendo este panorama, lo importante se vuelve el comprender
cómo vivir de mejor forma el proceso: estando en contra de este
despertar o siguiendo el río de consciencia. Estamos vislumbrando que nos encontramos en uno de los cambios más
fuertes e importantes como humanidad y todo cambio significa una muerte. Lo
difícil es distinguir si lo que estamos viviendo es un fin de la existencia humana
o un renacer de ella. En este periodo es donde mas necesitamos de un apoyo
espiritual, el cual significa aprender a vivir con nuestro verdadero y olvidado
ser, el recordar quienes realmente somos como esencia, y quizás este recordar
sea finalmente el comienzo del ansiado renacer.
Ignacio Vergara.-