miércoles, 27 de marzo de 2013

¿Amor o miedo?



Existen sólo dos emociones raíces, amor y miedo. A partir de éstas se derivan todas las demás, cada acto que realizamos es promovido por éstas emociones. Sin embargo, no vivimos en una sociedad que tienda a compartir el amor, al contrario, vivimos en una sociedad que inculca desconfianza, un pueblo acunado en el miedo. Aprender a reconocerlo en nuestros actos y en nuestras vidas es el primer paso para superarlo. Quizás te dices a ti mismo, “yo no tengo miedo”, sin embargo, el miedo es a veces silencioso y puede ocultarse de variadas formas, por nombrar sólo algunas:

Estado Angustioso: Falta de confianza en el proceso de la vida, miedo al porvenir

Control y razonamiento excesivo: Miedo a que otras personas decidan bajo su propio criterio o miedo a que los eventos ocurran por un "azar"

Inercia: Miedo a tomar responsabilidades por las propias decisiones, miedo a tomar las riendas de la propia vida.

Personalidad predominantemente introvertida o extrovertida: Miedo de no ser aceptado o valorado por quien se es; Miedo a la soledad, miedo a observar hacia dentro y enfrentar las propias carencias.

Conducta agresiva: Reacción protectora desmesurada a causa de miedo y sensación de vulnerabilidad, miedo a ser agredido.

Episodios de ira: Pobre control de las emociones, miedo a manifestarlas.


Pregúntate entonces:
¿Qué es lo que me hace actuar de tal o cual manera? ¿Quién o qué está tirando de los hilos en este momento?, ¿Estoy siendo libre actuando por amor o estoy siendo prisionero actuando dominado por el miedo?

Bajando por las escaleras hacia el inconsciente, encontrarás a los verdaderos titiriteros de tu vida, sólo si los reconoces podrás trascenderlos.

Daniel.

miércoles, 20 de marzo de 2013

El Virus


La filosofia es solo una cubierta formada por un enjambre linguistico inexorable. Lenguaje, el virus en tu mente.

Ignacio Vergara.-

lunes, 4 de marzo de 2013

Naturaleza de la realidad


¿Que es la realidad? Es aquella  pregunta que nos hemos formulado todos los seres humanos, al menos una vez en la vida. Es una de las preguntas más amplias, envolventes y a la vez abismales, que a través de la historia, hemos intentado responder como buscadores, filósofos, artistas, místicos o científicos.

Existen diferentes visiones del concepto de realidad y cómo la entendemos. Por una parte encontramos una visión objetiva de la realidad, en esta vemos la realidad como un elemento de conocimiento con independencia de los pensamientos o sentimientos del sujeto que la observa y por lo tanto verificable por los demás sujetos. Por otra parte, se han generado visiones que consideran la realidad como un elemento totalmente subjetivo (sin ninguna independencia del sujeto que la observa o experimenta, sino totalmente imbuida en el sujeto en sí). Esta subjetividad de la realidad la podemos observar plasmada en una respuesta del escritor Jorge Luis Borges, en una entrevista en la cual el periodista Enrique Symns, le pregunta pomposamente al poeta ¿Qué es la realidad? Señor Borges, a lo que el sabio replica -¿Cuál realidad muchacho, la suya o la mía?

Podemos apreciar la subjetividad de la realidad y llevarla hasta los confines del análisis de la misma. Por ejemplo en el ámbito de las percepciones humanas, específicamente en la percepción de los colores: Si por ejemplo, usted observa el color azul del mar junto a otra persona, no hay certeza alguna de que el otro sujeto este percibiendo el mismo color azul que usted ve. No hablamos aquí de diferentes matices del mismo azul, sino que este sujeto podría estar catalogando con las palabras “azul” a el color rojo que usted ve usualmente en una rosa. No existe pues, ninguna manera de comprobar  que el color es azul objetivamente hablando. Esta misma reflexión la podemos realizar en los demás terrenos intelectuales perceptivos y por supuesto al de los sentimientos.


En el terreno de la ciencia de lo mas pequeño, la física cuántica, la subjetividad de la realidad la podemos apreciar en un experimento llamado el “Gato de Schrödinger”. En este experimento se sitúa  un gato vivo en una caja cerrada, la que se conecta a una manguera unida a un dispositivo electrónico, que al apretar un botón, decidirá al azar, si a través de la manguera introduce un veneno letal en la caja del gato o no, en una posibilidad de 50%. La pregunta que se formula es ¿cuándo se decidirá si el gato está vivo o muerto? Una opinión objetiva de la realidad diría que se toma la decisión en el momento de pulsar el botón, sin embargo, según la explicación de la física quántica, el gato estará vivo y muerto a la vez (“una nube de posibilidades”) hasta que exista un observador del gato (abriendo la caja) y sólo en este momento se decidirá si el gato está vivo o muerto. Con este experimento podemos observar que a niveles de la física cuántica la naturaleza de la realidad toma una conducta totalmente subjetiva y el espectador es el que construye la realidad en si.

Las implicancias de este paradigma subjetivo de la realidad, llegan hoy a límites insospechados, la realidad deja de ser lo objetiva que creíamos que era y en todo ámbito posible empezamos a comprender que la “visión de las cosas” es como la subjetividad del individuo desea verla.


En cierta ocasión, yo, Chuang Tse, soñé que era una mariposa que volaba y disfrutaba por el cielo. No tenía idea de que fuera Chuang Tse. De golpe, desperté y era Chuang Tse de nuevo. Pero no puedo decir ahora si he sido Chuang Tse soñando que era una mariposa, o soy una mariposa que ahora sueño que es Chuang Tse. No obstante, tiene que haber alguna diferencia entre Chuang Tse y la mariposa. A esto le llamamos la transformación de las cosas.

Ignacio Vergara.-