Existen sólo dos emociones raíces, amor y miedo. A
partir de éstas se derivan todas las demás, cada acto que realizamos es
promovido por éstas emociones. Sin embargo, no vivimos en una sociedad que tienda a compartir el amor, al contrario, vivimos en una sociedad que inculca desconfianza, un pueblo acunado en el miedo. Aprender a reconocerlo en nuestros actos y en nuestras vidas es el primer paso para superarlo. Quizás te dices a ti mismo, “yo no tengo
miedo”, sin embargo, el miedo es a veces silencioso y puede ocultarse de
variadas formas, por nombrar sólo algunas:
Estado Angustioso:
Falta de confianza en el proceso de la vida, miedo al porvenir
Control y
razonamiento excesivo: Miedo a que otras personas decidan bajo su propio
criterio o miedo a que los eventos ocurran por un "azar"
Inercia: Miedo
a tomar responsabilidades por las propias decisiones, miedo a tomar las riendas
de la propia vida.
Personalidad
predominantemente introvertida o extrovertida: Miedo de no ser aceptado o
valorado por quien se es; Miedo a la soledad, miedo a observar hacia dentro y
enfrentar las propias carencias.
Conducta agresiva:
Reacción protectora desmesurada a causa de miedo y sensación de vulnerabilidad,
miedo a ser agredido.
Episodios de ira: Pobre control de las emociones, miedo
a manifestarlas.
Pregúntate entonces:
¿Qué es lo que me hace actuar de tal o
cual manera? ¿Quién o qué está tirando de los hilos en este momento?, ¿Estoy siendo libre actuando
por amor o estoy siendo prisionero actuando dominado por el miedo?
Bajando por las escaleras hacia el inconsciente, encontrarás
a los verdaderos titiriteros de tu vida, sólo si los reconoces podrás trascenderlos.
Daniel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario