El
bien de la humanidad debe consistir en que cada uno goce al máximo de la
felicidad que pueda, sin disminuir la felicidad de los demás.
(Aldous
Huxley)
Existen
algunos elementos que ciertamente usted y yo compartimos: esta condición humana
y este mundo. Todo cuanto yo haga a pesar de que nos encontremos a muchos
kilómetros de distancia tendrá repercusiones de una u otra manera en usted, así
mismo, todo cuanto usted haga tendrá sus consecuencias para mí. Podemos
convertir esta aparentemente invisible dinámica en algo provechoso o podemos
perjudicarnos el uno al otro a lo largo de nuestra existencia. Como habitantes
del mismo mundo, como congéneres de la misma especie, su bienestar y el mío
están íntimamente ligados.
Así mismo
no sólo compartimos nuestra condición humana y este lugar en el espacio. Sino
que además independiente de sus creencias, de como usted vista, de como hable y
de su visión de las cosas, ocurre que usted y yo tenemos un cerebro más o menos similar. El
cual trabaja día y noche para realizar las distintas labores que le
encomendamos. No existiría problema si nuestro cerebro sólo trabajara cuando se
lo pedimos, esto sería, ser dueño de nuestros razonamientos. El problema radica
en que no lo somos. Así es, no somos dueños de nuestro razonamiento, nuestras
ideas divagan sin control alguno por los distintos espacios que existen en
nuestra psique. Este mundo interno está lleno de lugares, sensaciones, colores,
olores y recuerdos, los cuales nos evocan emociones, algunas amigables y otras
no tanto. Los pensamientos son realidades físicas potenciales, es decir, que
tienen la oportunidad de convertirse en realidades palpables en este plano ya
que los pensamientos son en efecto antesala de las emociones, las cuales como
veremos más adelante generan cambios evidentes y significativos en nuestro
cuerpo físico.
El
pensamiento descontrolado y su salud física
Si le dijera que su
pensamiento descontrolado altera su estado de salud generando enfermedades en
su organismo. ¿Qué opinaría?.
Veamos un ejemplo práctico:
Supongamos que debido a que
nuestra mente no está aquietada comienza a pensar, imaginar o revivir momentos que
contrarian nuestro estado emocional (situaciones, discusiones, peleas, miedos,
ansiedad, enojo, rabia, etc.). Estas emociones liberan adrenalina en su torrente
sanguíneo. La adrenalina disminuye el diámetro interno de los vasos, haciendo
que el corazón necesariamente tenga que aumentar su intensidad de trabajo para
poder mantener su organismo funcionando. El aumento del trabajo del corazón
sumado a la disminución del diámetro de los vasos sanguíneos genera un aumento
de la presión arterial (sus arterias y venas tienen que soportar un mayor estrés
debido a que hay sangre entrando a mayor presión). Para atender este aumento de
actividad en el corazón, el hígado libera azúcar (glucosa que se utiliza como
combustible para mantener en funcionamiento este organismo que ha aumentado sus
requerimientos por estar con un corazón trabajando intensamente ). Para
combatir este brusco aumento de azúcar (hiperglicemia), el páncreas se ve
obligado a liberar una mayor cantidad de insulina (sustancia que disminuye el
azúcar en la sangre). La insulina liberada apresuradamente disminuye los
niveles de azúcar pasándose por debajo de los niveles normales, ocasionando ahora
una baja de azúcar (hipoglicemia) si sumamos el efecto de la adrenalina en la
sangre a la caída de azúcar los signos
y síntomas serían: Visión borrosa, latidos
cardíacos rápidos y fuertes, irritabilidad, agresividad, nerviosismo, dolor de
cabeza, temblores, insomnio, sudoración,
hormigueos, entumecimiento de la piel, cansancio y debilidad. Es decir, todos
aquellos malestares físicos que usted y yo sufrimos cuando estamos contrariados.
Imagine que su pensamiento está descontrolado la mayor parte del tiempo y que
usted ni siquiera se da cuenta ya de lo nublado que vive por estar
constantemente bajo el padecimiento de estos síntomas. Es esta la cotidianidad de
muchos que viven inconscientes de sus propias emociones y desconectados de sus
propios cuerpos. Volviendo al ejemplo anterior, todo este intento de normalización
del balance interno ocurre siempre y cuando el páncreas e hígado funcionen
efectivamente a pesar de nuestros dudosos hábitos cotidianos de alimentación y
estilo de vida en general. Ya que en caso contrario (cuando el cuerpo no es capaz
de enmendar la alteración orgánica que está cursando) puede acabar en: desmayos,
convulsiones e incluso llegar a caer en un posterior estado de coma. Por otra
parte, si no es el hígado o páncreas los que fallan sino que algún otro órgano
o sistema en su organismo, como por ejemplo: Su corazón, el cual ya demasiado
agotado por sus pensamientos descontrolados no siendo capaz de soportar el
aumento de trabajo que se le requiere, podría generar arritmias (alteración de
la sincronía de los latidos) o incluso paro total de su vital actividad (paro
cardíaco). Sumado a que no sólo el corazón sino que para que toda la
regularización se lleve a cabo las vías sanguíneas deben estar a su vez en
buenas condiciones, de no ser así el rompimiento de vasos o taponamiento (por
exceso de grasa en estos) puede generar infartos y derrames en diversos órganos
que incluyen el propio corazón y su preciado y descontrolado cerebro…
¿Paradójico no?
De
este modo podemos comprender que muchas de las enfermedades que padecemos
(acaso no todas) se originan cuando no estamos conscientes de nuestras mentes
desbocadas, cuando no somos conscientes de nuestros propios pensamientos y
actividades cerebrales. El no estar consciente genera estados prolongados de
ansiedad, miedo, enojos, rabia y tristezas. Lo que genera cambios estructurales,
desgaste de órganos y sistemas que pueden decantar en enfermedades crónicas y
fallas orgánicas. Efectos palpables y muy reales en nuestro cuerpo físico. Caro
precio que pagar a causa de una mente que permanece constantemente a la deriva.
Se
hace evidente la necesidad de escuchar al cuerpo que grita en su propio
lenguaje de lo que carece y adolece nuestro ser interno.
Hay
que pausar y tal como cuando el contenido de una botella está revuelto cuando
esta es agitada, así se encuentra la mente de quien no se detiene a escucharse
y conocer las causas de su ansiedad.Hay que detenerse para que el contenido
decante dando espacio para poder observar y diferenciar las capas de la propia
sustancia dentro de nuestra forma, es decir, de nuestro ser dentro de nuestro
cuerpo.
Daniel H.V.-