martes, 5 de agosto de 2014

Ansiedad y conductas autodestructivas


La ansiedad es inseguridad del futuro y constituye además parte de una de las tantas manifestaciones del miedo. Si supiéramos que nada nos hará falta en un momento posterior, entonces la ansiedad desaparecería. Este estado se observa con mayor frecuencia en personas que suelen maquinar excesivamente ideas y planes en su mundo mental o que intentan anticiparse demasiado (incluso controlar) sucesos y situaciones futuras. Este hábito de anticiparse a cada evento y/o necesidad de control provoca estrés interno que, como hemos visto anteriormente,  se manifiesta en el cuerpo físico. El problema no termina ahí, ya que el miedo y la inseguridad producen deseos de búsqueda de satisfacciones para ser mitigados, pero no cualquier satisfacción, sino la satisfacción inmediata: Aprobación social, consumismo, relaciones dañinas, apetito desmedido, obsesión por el cuerpo, sexo, drogas, etc. todo tipo de actividades que se utilizan inconscientemente y de manera sutil (pues pasan inadvertidas diariamente) para desentenderse de la sensación de inseguridad. Posteriormente si esta conducta de búsqueda de satisfacción inmediata y nociva se perpetúa en el tiempo, termina convirtiéndose en adicciones autodestructivas manifiestas física, social y emocionalmente. Debemos estar conscientes de que intentar controlar el futuro forma parte de una idea ilusoria, ya que no podemos controlar algo que aún no ha ocurrido. Es en este punto en donde esta clase de actitudes busca su justificación tomando el nombre de virtudes que no le pertenecen, ser organizado o precavido nada tiene que ver con: especular, suponer, elucubrar y maquinar; por otra parte la razón efectivamente comprende que los eventos pueden cambiar y que existe la posibilidad de que sucedan imprevistos, para los cuales se inicia por detrás del pensamiento voluntario de la persona una rueda de pensamientos que intenta cubrir las especuladas necesidades para cada uno de los eventos que supuestamente podrían ocurrir, es decir, “Intentar tener todo cubierto”. Aun así nada es seguro y una razón aguda sabe que pueden presentarse incluso los más inesperados escenarios, perpetuando así el estado ansioso desde detrás de la mente desbocada del sujeto.

Existe una delgada línea que separa la virtud del vicio, para poder reconocer en qué lado de la línea estamos debemos detenernos.

Preguntarnos qué es lo que nos motiva a actuar de tal o de cual manera:
¿De dónde proviene realmente este apetito de aprobación, comida, consumismo, drogas, sexo, etc.?.

Preguntarnos el porqué hacemos lo que estamos haciendo:
¿Por qué elegimos relacionarnos con quienes nos relacionamos? ¿qué encuentro en ellos?, ¿qué es lo que generan en mí?.

Para esto necesitamos dejar de estar constantemente haciendo cosas sin pensar, sin sentir y sin saber porqué. Parar en medio del caos, sentarse, silenciarse, aquietar la mente, esperar y observar. 

A veces uno simplemente se viste de viejos hábitos, de antiguos yoes que quizás alguna vez servían, pero que actualmente ya no son útiles y que sólo obstaculizan nuestro propio bienestar y el de la gente que nos rodea.

Daniel H.V.-

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